Trauma infantil no resuelto
Síntomas de traumas infantiles no curados
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La incidencia de los traumas infantiles en los Estados Unidos es reveladora: más de dos tercios de los niños declaran haber sufrido al menos un acontecimiento traumático antes de cumplir los 16 años. Desde el acoso escolar hasta los abusos, los traumas son una parte desafortunada del crecimiento de muchos niños, y sus efectos pueden prolongarse hasta la edad adulta.
Para ayudar a hacer las paces con un pasado tumultuoso, la Dra. Diana Ghelber y nuestro equipo del Instituto de Psiquiatría Avanzada, ofrecen una amplia gama de servicios de salud mental. Nuestro objetivo es ayudarle a reconciliar los acontecimientos traumáticos del pasado para que pueda seguir adelante y llevar una vida feliz y saludable.
Una de las primeras cosas que hay que entender sobre los traumas infantiles es que no hay una relación establecida de causa y efecto. Hay muchos tipos diferentes de traumas y la reacción de cada persona ante el suceso depende de una serie de factores, como por ejemplo, si pudo “procesar” el suceso con los sistemas de apoyo adecuados.
Aunque mucha gente conoce el trastorno de estrés postraumático (TEPT), que se deriva de un trauma no resuelto, se trata de un problema de salud mental muy específico que no se desarrolla en todas las personas que experimentan un trauma. De hecho, sólo entre el 3% y el 15% de las chicas y entre el 1% y el 6% de los chicos sufren TEPT tras una experiencia traumática.
¿Tengo un trauma?
La mayoría de nosotros hemos experimentado alguna forma de trauma en nuestro desarrollo. Es posible que hayamos sufrido lo que los profesionales de la salud mental denominan un “trauma grande”, como un abuso, una pérdida grave o una experiencia que haya puesto en peligro nuestra vida, o puede que tengamos ejemplos de “trauma pequeño” por sucesos que no han puesto en peligro nuestra vida, pero que han provocado un malestar emocional y han alterado nuestra forma de vernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo.
Los traumas infantiles de cualquier tipo pueden afectar a nuestras relaciones con los demás, así como a nuestra salud mental y física. Independientemente de cuándo se produzca el trauma o de la forma que adopte, no se puede exagerar la importancia de dar sentido a la experiencia.
La razón es que los traumas no resueltos nos persiguen de un modo que no lo hacen los traumas resueltos. Las investigaciones demuestran que cuando no logramos procesar tanto los traumas grandes como los pequeños, podemos quedar atrapados en nuestro dolor. Nuestro trauma puede impactar en nuestras vidas de todas las formas que no esperamos. Puede hacer que nos sintamos alarmados y desencadenados en momentos por razones que no entendemos.
El trauma no está resuelto cuando no llegamos a procesarlo, ya sea en el momento en que ocurrió o poco después. Por lo tanto, es mucho lo que puede aportar el hecho de sumergirnos en nuestra propia historia. Entonces, ¿cómo podemos tomar medidas para sacar a la superficie nuestros recuerdos y comprender nuestro trauma? He aquí nueve cosas que recomiendo para ayudar a las personas a crear una narrativa coherente en torno a su experiencia.
Cómo curar los traumas infantiles no resueltos
Los médicos utilizan la palabra “trauma” para describir una lesión grave en el cuerpo físico resultante de un impacto repentino, como un accidente o un acto violento. Pero también se puede sufrir un trauma emocional, que puede causar una herida igualmente dolorosa en el sentido de uno mismo como ser completo y coherente. Al igual que una herida en el cuerpo físico, las lesiones emocionales también requieren cuidados y atención para que puedan curarse.
Cuando este trauma no se resuelve y tu experiencia de ti mismo es la de no estar completo -de alguna manera estar roto- es probable que lleves las huellas de esto a tus relaciones. Para tener relaciones sanas, primero debes tener un sentido sano de tu propio ser y de tu lugar en el mundo.
Las heridas emocionales son el resultado de cualquier experiencia en la que uno siente que su vida o su bienestar están en peligro. Estas experiencias pueden incluir la vergüenza de un joven por parte de un padre o un profesor, el abuso o la paliza de un niño, la pérdida de un trabajo o un divorcio, una muerte repentina o un accidente que cambia la vida, o ser enviado a la guerra.
Síntomas de los traumas infantiles en los adultos
Las experiencias se convierten en traumáticas cuando superan nuestra capacidad de afrontamiento. Aunque los síntomas del estrés situacional -tristeza, desesperanza, miedo, ansiedad, disminución del interés por las actividades sociales o problemas para dormir- pueden imitar los síntomas de una respuesta a un trauma no resuelto, es mucho menos probable que se asocien a problemas de funcionamiento en el trabajo, en la escuela o en otras situaciones cotidianas. Aunque el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático (TEPT) implica muchos de los mismos síntomas que el estrés situacional, hay cuatro categorías de síntomas que son particulares del TEPT: Memoria y recuerdo intrusivos; evitación; alteraciones negativas de la cognición y el estado de ánimo; y excitación y reactividad.
Para recibir un diagnóstico de TEPT, estos criterios deben estar presentes durante al menos un mes, y deben causar una angustia significativa o un deterioro en el funcionamiento social, laboral o en otras áreas importantes. Si la duración es inferior a un mes, la persona puede padecer un trastorno por estrés agudo, que presenta síntomas similares pero una experiencia más breve. En este caso, las técnicas sencillas para combatir el estrés, como el ejercicio, la meditación, la alimentación sana o el asesoramiento, pueden ser de gran ayuda.